El día de hoy nos despertamos con la noticia más triste que se puede enterar un otaku latinoamericano: Akira Toriyama, creador de Dragon Ball, ha muerto.
Cuando recordamos a Akira Toriyama. la mayoría no piensa en la cara del mangaka, sino en Goku con la aureola desde arriba o la despedida que tanto lloramos cuando se lo va a buscar Shenglong al final de sus aventuras.
Si te llamó la atención esta premisa de Akira Toriyama, te invitamos a que te quedes leyendo hasta el final
Durante la madrugada del 8 de marzo de 2024 se difundió en las redes y se hizo público el fallecimiento del importante mangaka japonés Akira Toriyama el pasado 1 de marzo a sus 68 años. Esta noticia impactó de lleno emocionalmente en todo el mundo y esto es debido al legado emocional que nos dejó Dragon Ball con todas sus variantes (Z, GT, SUPER, películas, etc…).
La novedad golpeó fuerte y muchos de nosotros al encontrarse con innumerables mensajes de conocidos nuestros, colegas, personas importantes, clubes de fútbol, otros mangakas y hasta presidentes en ejercicio terminamos dejando libres las canillas de nuestros lagrimales haciéndonos la pregunta ¿Por qué estoy llorando si yo no conocí a este señor que solo fue el de la idea de dicho anime? ¿Tan importante fue Dragon Ball en mi vida? Bueno, eso trataremos de responder.
Pero antes de empezar con el análisis, les dejo la lista de reproducción sinfónica de Dragon Ball para que la experiencia emocional sea completa.
La muerte de Akira Toriyama, la muerte de Goku
Cuando un personaje muere, cómo ha pasado reiteradas veces con el mítico personaje principal de Dragon Ball, siempre mantenemos la esperanza de que vuelva a resurgir de las cenizas. Dicho evento es uno de los más utilizados por Goku en las diversas sagas de Dragon Ball Z y hasta regresa de la muerte definitiva del personaje (en Dragon Ball GT debería haber finalizado su historia y aún así volvió en Super). Pero cuando el autor de la obra es quien perece, es realmente como si despidiéramos a su protagonista más destacado.
Si bien sabemos que Toyotaro fue el designado por el fallecido sensei para seguir con la obra, todos sabemos que no es lo mismo. No es la misma idea original de quien escribió las aventuras de Kakaroto y toda la banda allá por la década del 80. En este sentido, a pesar de no conocer en persona a Akira Toriyama, no haber hablado con él y hasta no haber escuchado su voz o leído sus entrevistas, sentimos una profunda pérdida con su partida, así como si nos hubiésemos enterado de la muerte de Goku.
Legado de nuestra infancia
Cuando personalmente me enteré de la muerte de de Toriyama, se me vinieron a la cabeza dos escenas: Por un lado, las tardes en la casa de mi abuela mientras tomaba chocolatada de chiquito (ella le decía Vascolet) mirando mi «dibujito» preferido mientras ella hacía las cosas de la casa. Por el otro, un cumpleaños de un amigo inaugurando la primera década del 2000, cuando la mayoría no tenía internet y pagar el cable era difícil, cansados de jugar a la pelota, le descubrimos las películas de DBZ en VHS y nos quedamos mirando las batallas contra Broly encadenados a la tele.
La nostalgía y la melancolía no viene directamente de la muerte de la persona, sino de todo lo que significó para nosotros la saga de Dragon Ball. Generacionalmente fuimos siendo educados por ese hombre-mono de pelo puntiagudo que siempre quería lo mejor para todos. Cuando recordamos a Akira Toriyama la mayoría no piensa en la cara del mangaka, sino en Goku con la aureola desde arriba o la despedida que tanto lloramos cuando se lo va a buscar Shenglong al final de sus aventuras.
El pasado que añoramos viene de la mano de la televisión con dicho anime encendido. Quienes somos hermanos mayores, le hemos inculcado a nuestros congénitos dicha serie. Por lo general uno siempre era Goku, como hermano mayor, y hacía al otro ser Krillin (típico de hermano menor). Todas esas remembranzas se nos vuelcan en forma de cascada en la cabeza con la noticia de la partida de Akira Toriyama y eso es lo que tanto sufrimos al fin y al cabo: El paso del tiempo.
Una despedida propia de un grande
Es destacable que no nos sentimos solos en nuestra tristeza, puesto que el mundo entero le dijo adiós al ideólogo de nuestra infancia con la misma tristeza. Por lo menos en Latinoamérica, Dragon Ball es parte de nuestra cultura al mismo nivel que Los Simpsons. Las voces de Mario Castañeda y René García son para nosotros importantes pilares de nuestros recuerdos de niños. «Maldito Insecto», «Ya Basta Freezer», la famosa enseñanza de N° 17 son frases que hoy en día, después de casi 40 años, siguen pegando con fuerza. Aún en las nuevas generaciones que las utilizan para hacer tik toks.
En el resto del mundo la influencia de la obra de Akira Toriyama también es muy fuerte. Nos hemos cansado de ver celebraciones en distintos deportes que imitan la fusión, el kamehame-ha o la Genki-dama. El gesto de la teletransportación y hasta el Makankosappo son técnicas que en nuestra mente ya están adquiridas y más de un famoso las han imitado a la perfección. De todo esto se desprende el gran aluvión de reconocimiento que surgió espontáneamente en horas posteriores a la comunicación del deceso.
Akira Toriyama, el que nos inició en este mundo
A pesar de nuestra actual preferencia por otras obras o la superioridad de la animación y hasta el mejor desarrollo de ciertas historias de anime y manga, es innegable que la obra del fallecido mangaka fue el puntapié inicial de nuestra incursión en el mundo otaku. La obra no solo llegó a los fanáticos de la animación japonesa, es un show reconocido por mucho más público. Una conversación sobre Dragon Ball en Latinoamérica la podés tener con casi cualquier hombre de entre 25 y 40 años. Y eso no lo genera cualquier serie.
Si bien hay otras animaciones que son más viejas o contemporáneas y cuentan con un fandom bastante populoso (recuerdo que mi papá me contaba que el miraba Meteoro de chico y mi mamá Heidi), no pueden compararse. El fanatismo por Dragon Ball es tan grande que las películas de dicha obra alcanzan niveles de audiencia superlativos. En Argentina, del totalidad de películas de animación japonesa estrenadas en cines, 7 de las 10 más convocantes fueron de esa franquicia. Dragon Ball Super: Broly, estrenada 33 años después del estreno de Dragon Ball logró acumular casi 1 millón de espectadores. La importancia de dicha obra es fulminante.
El gran predecesor
No está muy alejado de la realidad suponer que sin este anime, más de la mitad de los otakus nunca le hubiesen dado una chance a la animación japonesa. Y no solo me refiero a quienes miraron DB. Muchas obras se inspiraron en el éxito y la historia ideada por Akira Toriyama. Podría así, quizá, no existiría Naruto o Bleach, hasta quizá One Piece no tendría el alcance que tiene. La importancia fundamental de Dragon Ball fue irrumpir en lugares donde el anime no tenía cabida. Llorar el fallecimiento de dicho hombre tan importante de la industria nos remite a eso, a nuestros orígenes como otakus.
Para quienes dejaron de ver anime con la obra de Akira, también es un golpe muy grande saber que ya no habrá más aventuras de Goku pensadas por su mentor. El vacío que se siente al saber que algo terminó definitivamente es angustiante y más si se relaciona con la muerte. Está bien llorar, ayuda a que procesemos mejor lo que sentimos y es un gran reconocimiento a quien nos hizo sentir tan felices y llenos de vida.
Esto es todo por ahora. He hecho esta nota mientras llorisqueaba aún por el fatídico suceso. Pueden si quieren dejarnos en los comentarios cómo los marcó Akira Toriyama en su vida y compartirlo con el resto. Espero que hayan disfrutado sufriendo conmigo y los espero en el próximo post (espero que más alegre). Nos vemos la próxima!!!
Mata Ne!! (またね)
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